jueves, 18 de abril de 2013

Phantom Waltz - Catherine Anderson




Phantom waltz
Signet
2007



Bethany Coulter fue campeona de carreras en las competiciones de rodeo, pero a consecuencia de una caída quedó confinada a una silla de ruedas. Han transcurrido ocho años desde el accidente y ahora trabaja en la empresa familiar.

Un día el atractivo, pero muy molesto (por un pedido que no le ha sido entregado) Ryan Kendrick irrumpe en las oficinas de los almacenes Coulter. Es Bethany quien lo atiende tras el mostrador. Ryan enseguida comienza a flirtear con ella, viendo que se trata de una joven muy atractiva, y, finalmente, la invita a salir. Cuando se percata que Bethany está en una silla de ruedas se queda momentáneamente sin palabras, pero no puede echarse atrás tras invitarla a salir, así que reitera su invitación. A pesar de su reticencia inicial, pues temía ser rechazada, Bethany acepta, aunque en su fuero interno cree que Ryan no pasará a recogerla o llamará dándole alguna excusa para anular su cita. Así que no se hace demasiadas ilusiones.

Sin embargo, y a pesar de que la intención inicial de Ryan es no volver a quedar con Bethany, tras esa primera salida, siente una conexión muy especial hacia ella, y entiende que está ante esa mujer que es su alma gemela. De modo que vuelve quedar con ella o, simplemente, inventa cualquier excusa para pasar a visitarla por su casa. En pocos días Ryan se da cuenta de que pese a su inicial reticencia, la realidad es que está profundamente enamorado de Bethany Coulter. Pero es consciente de que sin querer podría herir la frágil seguridad que la chica tiene en sí misma, así que trata de ir paso a paso con ella, sin apresuramientos y pensando mucho el próximo movimiento a realizar. Algo que, sin quererlo, también propicia algún malentendido...

La historia que nos cuenta Phantom Waltz habla ante todo de amor a primera vista. Pues es eso lo que Ryan Kendrick siente por Bethany desde que la ve. Ryan es el hermano menor de Rafe, el protagonista de Baby love, a quien ya conocimos en la novela anterior como aquel joven enamoradizo que parecía incapaz de comprometerse. Algo que en esta novela cambia radicalmente.

Bethany es la única mujer entre todos los hermanos Coulter. En parte por eso, en parte por su paraplejia, es protegida en exceso tanto por sus hermanos como por su padre que, a menudo, le impiden llevar una vida normal, como la de cualquier mujer joven de su edad. Cuando ocho años atrás sufrió el accidente que la dejó paralizada de cintura para abajo, no sólo tuvo perdió su sueño de competir en el rodeo, sino que fue abandonada por su prometido. Por ello no confía demasiado en un hombre tan apuesto como Ryan, que tiene un montón de admiradoras allá donde va, tenga unos sentimientos muy duraderos hacia ella. Sin embargo lo cierto es que Ryan tiene las ideas muy claras, sólo que no sabe como llevarlas a la práctica. Y aunque a veces meta un poco la pata.

Así, con paciencia y con la inestimable ayuda de su madre, enfermera de profesión, así como con el incondicional apoyo de su padre, de su hermano Rafe y su cuñada Maggie, Ryan está decidido a demostrar a Bethany que no existe ninguna barrera entre ellos que no puedan superar para llevar una vida normal y corriente, como la de cualquier pareja.

Debo confesar que me ha sorprendido mucho esta historia, pues tal como se nos describió a Ryan en la novela anterior (Baby love) parecía un hombre un tanto inestable en sus relaciones y en cuanto conoce a Bethany la convierte en el centro de su vida. No sólo no ceja en su empeño para adaptar su rancho para que Bethany pueda desplazarse con su silla de ruedas, sino que trata de aprender qué necesita una parapléjica para poder dárselo. La manera en que Ryan se comporta es conmovedora y, ante todo, muy romántica. Creo que es uno de los protagonistas masculinos más devotos, dedicados y tiernos que he leído en las novelas de Catherine Anderson.

Me ha maravillado la sencillez con que Catherine Anderson nos cuenta una historia con una protagonista que va en silla de ruedas. Además se percibe claramente que hay una cuidada labor de documentación que se refleja en el modo en que trata que las lectoras nos olvidemos de la silla de ruedas de Bethany y contarnos simplemente una historia de amor entre un hombre y mujer.
Nada más.

Tal vez la imagen que podría formarse de esta novela antes de leerla es la de una historia triste y poco deprimente, pero no es así en absoluto. Para empezar Bethany ha asumido que su vida no volverá a ser la de antes, que hay facetas de su vida pasada que no podrá recuperar como su amor por los caballos, por la naturaleza y la vida al aire libre. Acepta trabajar en una oficina, vive sola en un apartamento adaptado a sus necesidades y conduce su coche.

Pero entonces, como un príncipe azul -aunque con Stetson y tejanos- Ryan Kendrick irrumpe en su vida dispuesto no sólo a formar parte de ella, sino de hacer realidad esos sueños de Bethany que parecen imposibles. Y así nace esta preciosa historia de amor.

No deseo contar nada más, pues hacerlo supondría desvelar parte importante de la historia, una historia que como se desprende de mis palabras nos describe el día a día de esta pareja, como va naciendo su relación, cómo comienzan a mantener relaciones sexuales, cómo va consolidándose y afrontan los buenos y los malos momentos.

Aunque Phantom waltz no es mi novela preferida de Catherine Anderson, con la mano en el corazón digo que creo que las tiene mucho más bonitas y románticas, es una historia preciosa, humana que poco a poco te va conquistando. Está abordada con realismo y no por ello está exenta de esas escenas inolvidables que esperas encontrar. De ésas que aun sin ser ante el mejor libro que has leído, sabes que permanecerán pese todo en tu memoria. Como ese vals... ¡Qué bonito!

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