Phantom waltz
Signet
2007
Bethany Coulter fue campeona de
carreras en las competiciones de rodeo, pero a consecuencia de una
caída quedó confinada a una silla de ruedas. Han transcurrido ocho
años desde el accidente y ahora trabaja en la empresa familiar.
Un día el atractivo, pero muy molesto
(por un pedido que no le ha sido entregado) Ryan Kendrick irrumpe en
las oficinas de los almacenes Coulter. Es Bethany quien lo atiende
tras el mostrador. Ryan enseguida comienza a flirtear con ella,
viendo que se trata de una joven muy atractiva, y, finalmente, la
invita a salir. Cuando se percata que Bethany está en una silla de
ruedas se queda momentáneamente sin palabras, pero no puede echarse
atrás tras invitarla a salir, así que reitera su invitación. A
pesar de su reticencia inicial, pues temía ser rechazada, Bethany
acepta, aunque en su fuero interno cree que Ryan no pasará a
recogerla o llamará dándole alguna excusa para anular su cita. Así
que no se hace demasiadas ilusiones.
Sin embargo, y a pesar de que la
intención inicial de Ryan es no volver a quedar con Bethany, tras
esa primera salida, siente una conexión muy especial hacia ella, y
entiende que está ante esa mujer que es su alma gemela. De modo que
vuelve quedar con ella o, simplemente, inventa cualquier excusa para
pasar a visitarla por su casa. En pocos días Ryan se da cuenta de
que pese a su inicial reticencia, la realidad es que está
profundamente enamorado de Bethany Coulter. Pero es consciente de que
sin querer podría herir la frágil seguridad que la chica tiene en
sí misma, así que trata de ir paso a paso con ella, sin
apresuramientos y pensando mucho el próximo movimiento a realizar.
Algo que, sin quererlo, también propicia algún malentendido...
La historia que nos cuenta Phantom
Waltz habla ante todo de amor a primera vista. Pues es eso lo que
Ryan Kendrick siente por Bethany desde que la ve. Ryan es el hermano
menor de Rafe, el protagonista de Baby love, a quien ya conocimos en
la novela anterior como aquel joven enamoradizo que parecía incapaz
de comprometerse. Algo que en esta novela cambia radicalmente.
Bethany es la única mujer entre todos
los hermanos Coulter. En parte por eso, en parte por su paraplejia,
es protegida en exceso tanto por sus hermanos como por su padre que,
a menudo, le impiden llevar una vida normal, como la de cualquier
mujer joven de su edad. Cuando ocho años atrás sufrió el accidente
que la dejó paralizada de cintura para abajo, no sólo tuvo perdió
su sueño de competir en el rodeo, sino que fue abandonada por su
prometido. Por ello no confía demasiado en un hombre tan apuesto
como Ryan, que tiene un montón de admiradoras allá donde va, tenga
unos sentimientos muy duraderos hacia ella. Sin embargo lo cierto es
que Ryan tiene las ideas muy claras, sólo que no sabe como llevarlas
a la práctica. Y aunque a veces meta un poco la pata.
Así, con paciencia y con la
inestimable ayuda de su madre, enfermera de profesión, así como con
el incondicional apoyo de su padre, de su hermano Rafe y su cuñada
Maggie, Ryan está decidido a demostrar a Bethany que no existe
ninguna barrera entre ellos que no puedan superar para llevar una
vida normal y corriente, como la de cualquier pareja.
Debo confesar que me ha sorprendido
mucho esta historia, pues tal como se nos describió a Ryan en la
novela anterior (Baby love) parecía un hombre un tanto inestable en
sus relaciones y en cuanto conoce a Bethany la convierte en el centro
de su vida. No sólo no ceja en su empeño para adaptar su rancho
para que Bethany pueda desplazarse con su silla de ruedas, sino que
trata de aprender qué necesita una parapléjica para poder dárselo.
La manera en que Ryan se comporta es conmovedora y, ante todo, muy
romántica. Creo que es uno de los protagonistas masculinos más
devotos, dedicados y tiernos que he leído en las novelas de
Catherine Anderson.
Me ha maravillado la sencillez con que
Catherine Anderson nos cuenta una historia con una protagonista que
va en silla de ruedas. Además se percibe claramente que hay una
cuidada labor de documentación que se refleja en el modo en que
trata que las lectoras nos olvidemos de la silla de ruedas de Bethany
y contarnos simplemente una historia de amor entre un hombre y mujer.
Nada más.
Tal vez la imagen que podría formarse
de esta novela antes de leerla es la de una historia triste y poco
deprimente, pero no es así en absoluto. Para empezar Bethany ha
asumido que su vida no volverá a ser la de antes, que hay facetas de
su vida pasada que no podrá recuperar como su amor por los caballos,
por la naturaleza y la vida al aire libre. Acepta trabajar en una
oficina, vive sola en un apartamento adaptado a sus necesidades y
conduce su coche.
Pero entonces, como un príncipe azul
-aunque con Stetson y tejanos- Ryan Kendrick irrumpe en su vida
dispuesto no sólo a formar parte de ella, sino de hacer realidad
esos sueños de Bethany que parecen imposibles. Y así nace esta
preciosa historia de amor.
No deseo contar nada más, pues hacerlo
supondría desvelar parte importante de la historia, una historia que
como se desprende de mis palabras nos describe el día a día de esta
pareja, como va naciendo su relación, cómo comienzan a mantener
relaciones sexuales, cómo va consolidándose y afrontan los buenos y
los malos momentos.
Aunque Phantom waltz no es mi novela
preferida de Catherine Anderson, con la mano en el corazón digo que
creo que las tiene mucho más bonitas y románticas, es una historia
preciosa, humana que poco a poco te va conquistando. Está abordada
con realismo y no por ello está exenta de esas escenas inolvidables
que esperas encontrar. De ésas que aun sin ser ante el mejor libro
que has leído, sabes que permanecerán pese todo en tu memoria. Como
ese vals... ¡Qué bonito!