sábado, 9 de marzo de 2013

Separate beds - Lavyrle Spencer




Separate beds
Jove
1986



Clay Forrester es un ambicioso estudiante de leyes. Tiene el futuro planificado: terminará su carrera y trabajará en el bufete de su padre, abogado de intachable reputación. Mantiene una relación con Jill, una joven de buena familia y con ambiciones similares a las suyas.
Una noche, tras una agria discusión con Jill y la consiguiente ruptura, tiene una cita a ciegas con una joven de nombre Catherine Anderson.

A diferencia de Clay, Catherine es de origen humilde. Tiene un padre alcohólico y violento, una madre frágil y sumisa. Steve, su único hermano, hace años que se marchó de casa y apenas tienen contacto. A sus diecinueve años estudia en la universidad, que se costea ella misma cosiendo y haciendo limpieza.
La noche del cuatro de julio conoce a Clay Forrester. Ambos beben mucho vino y terminan manteniendo relaciones sexuales.
Catherine queda embarazada.

Cuando Herb Anderson descubre que su hija está embarazada y que el padre es un joven de muy buena posición económica, se persona ante los Forrester, con una renuente e intimidada Catherine, para exigir una retribución económica. En realidad no defiende la honra de su hija.

Pasada la desconfianza y recelo iniciales, así como la rápida animadversión que despierta el padre de Catherine, los Forrester quieren velar su futuro nieto. Pero Clay, que no recuerda ni siquiera a Catherine, no desea cargar con la responsabilidad de un hijo ni una esposa que interfieran en su vida. Catherine no entra en sus planes; no tiene cabida en su brillante futuro.

Al principio Catherine tampoco quiere saber nada de Clay y no acoge muy bien su propuesta de aborto -propuesta que escandaliza a los Forrester- y decide huir de casa de sus padres e irse a vivir a una residencia para madres solteras. Continúa con sus estudios en la universidad y con sus trabajos de costura.

Pero, pasado el estupor inicial, Clay se avergüenza de su primera reacción y, aconsejado por su padre, llega a la conclusión de que casarse con Catherine es lo mejor que puede hacer. Los planes de Clay no pasan de un breve matrimonio, sólo hasta que nazca el bebé para acallar los escándalos y no enturbiar su futuro como abogado.

Catherine sigue renuente pero, finalmente, accede. Pese a la alegría de los Forrester y de la madre de Catherine que creen que es un matrimonio por amor o, como mínimo, cariño y respeto, ellos tienen claro que es sólo de nombre. Una vez nazca el bebé y transcurra un tiempo prudente se separarán.
Pero una vez comienza la convivencia, los sentimientos afloran y el sencillo y práctico acuerdo podría convertirse en papel mojado.

¡Qué maravilla es leer una novela de Lavyrle Spencer!
Incluso las más antiguas, que, sinceramente, creo que están a años luz de las últimas que escribió. Como Separate beds, la que es una de las primeras novelas de esta prodigiosa escritora.
Sin embargo, incluso historias como ésta, logran conmoverme y hacen que cierre el libro dividida entre la euforia por la lectura y la pena porque se acaba.

Creo que Separate beds es una novela increíble, pues los sentimientos que describe traspasan el papel -o el ebook- y logran provocar en la lectora una miríada de emociones difíciles de explicar.
Pese a ello, reconozco que no me ha parecido la mejor de las novelas de esta autora. Pero aun siendo de las que podría decirse más flojas, me ha dejado con una sonrisa en los labios y feliz de haberla leído. De hecho seguro que volveré a leerla.

Desde la página uno me quedé atrapada en la historia. El comienzo es cuanto menos inquietante. Se nos describe a una asustada y sumisa joven sentada, en una elegante mansión, mientras oye las voces procedentes de la biblioteca de la adinerada familia Forrester.
En ese lugar discuten su vida, como si ella no estuviera presente.
El reencuentro con Clay es descorazonador. No sólo apenas la mira, sino que ni la recuerda. Confieso que ahí se me rompió un poco el corazón. Y fue un presagio a otras de las rupturas que Clay iría provocándome a lo largo de la novela.

Pero, debo decir que es una novela que me ha encantado porque es original, porque cuenta una historia que de entrada podría parecer “otra más”, sin embargo no lo es. Es arriesgada y valiente. Creo que es una novela que las lectoras, incluso las más exigentes y curtidas, disfrutarían. Es una historia, además, que daría pie a interesantes debates por la actitud de la pareja protagonista y la temática sobre la que gira.

Separate beds es de todo menos previsible. Me explico. Cuando comienza la novela presuponemos -más aún tras leer la sinopsis- que Clay y Catherine se casarán por conveniencia y que, como cabe esperar, una vez bajo el mismo techo se enamorarán y todo será de color de rosa.
Pues no.

Clay es un joven que entra a ese matrimonio con las ideas muy claras: se trata de un mero trámite para lograr su objetivo, trabajar en el bufete de su padre. No quiere escándalos asociados a su apellido que le pongan al consejo en contra. Por tanto hace lo que debe hacer.
Catherine dejó de creer en los cuentos de hadas mucho tiempo atrás. Sabe que el príncipe no se enamorará de una cenicienta como ella.
Así que sabe que el mayor error que podría cometer sería enamorarse de su marido. O más bien, confesárselo. Así que cuida y protege con gran celo su corazón.
De modo que con una pareja tan cabezota, tan poco “interesada” la una hacia la otra, no he encontrado para nada la típica novela del matrimonio por conveniencia. Al contrario, ¡qué angustia me han hecho pasar!

Separate beds es una historia que habla de madurez -me ha encantado la evolución de Catherine- de aprender de los errores y de autoestima. No sólo de amor y la familia, como es habitual, tan presente en las novelas de esta autora.

En definitiva es una novela con el sello inconfundible de Lavyrle Spencer, donde los sentimientos están a flor de piel, donde lo que lees es tan real como la vida misma, porque no está rodeado de un halo de cuento de hadas, sino de la dura realidad.
Pero, también, es una romántica y bonita novela donde, por suerte, el amor vence cualquier obstáculo. Incluso cuando se trata del de dos obstinados como Clay y Catherine.
En mi opinión, no es la mejor que escribió Lavyrle, ni mucho menos, pero es una bonita novela.



Crystal cove - Lisa Kleypas



Crystal Cove
4º Friday Harbor
St. Martin's paperback

February 2013


La vida de Justine Hoffman es tranquila, predecible. A ojos de otros -incluida su propia madre- puede que sea monótona, pero es la vida que Justine siempre ha anhelado. Crecer al lado de la frívola Marigold no fue fácil. Y no sólo porque Marigold es una bruja que forma parte de un antiguo aquelarre, sino porque, junto a ella, ha tenido una vida errante, sin raíces.
En Friday Harbor ha construido su hogar y su negocio. Tiene a su prima Zoe, amigos que la quieren y forma parte de una comunidad. Sin embargo,aunque debería sentirse feliz y realizada, pues ha logrado sus objetivos, no es así. Algo le falta, algo le es esquivo: el amor.

A pesar de la imagen que muestra ante sus amigos y conocidos, no es que Justine no crea en el amor ni haya renunciado a él. Sencillamente no es capaz de amar. A lo largo de los años ha conocido a hombres buenos y cariñosos, como Duane, su último novio, que la abandonó de la noche a la mañana sin que nadie sepa la razón. Pero por ninguno de ellos ha sentido lo que ve que comparten Lucy y Sam o Zoe y Alex.
¿Por qué ella no puede amar?

Un día descubre la respuesta a esa pregunta. Alguien le ha lanzado un hechizo, resultado del cual Justine nunca encontrará el amor. Decidida a conocer y experimentar ese sentimiento, Justine no ceja en su empeño hasta que logra romper el encantamiento. Pero al hacerlo, sin que ello lo sepa, desencadena una serie de complicaciones y de peligros.

Entonces conoce al misterioso productor de juegos de fantasía Inari, Jason Black, que se ha instalado en Friday Harbor para cerrar un trato con Alex Nolan. Jason llega al hotel acompañado de su séquito de trabajadores y rodeado de un aura hermética. No sólo Justine debe firmar un contrato de confidencialidad, sino que tiene algunas excéntricas costumbres que la joven achaca a su carácter. Pero lo cierto es que Jason Black tiene sus propios secretos, uno de ellos es que no tiene alma -literalmente- y que requiere de Justine y sus poderes para lograr sus propósitos. Unos propósitos que descubriremos, obviamente.
Pero la magia se respira en el aire y la colisión de dos seres tan peculiares como Justine y Jason desencadena una serie de consecuencias y amenazas. ¿Será el amor el poder necesario para vencerlos?

Estoy ante de las críticas más difíciles de escribir ante la que me he enfrentado nunca. Sinceramente no sé explicar qué me ha parecido esta novela. Pero para no dar rodeos innecesarios e irme por las ramas, debo decir -con gran pena por mi parte- que me he llevado una desilusión.

Me gustó mucho Una noche mágica, me encantó El camino del sol. Aunque un poco menos, también me emocioné con la historia de Zoe y Alex. Sin embargo mientras leía la historia de Justine y Jason me he sentido desorientada.


Si durante las primeras novelas existía un componente mágico, un don de alguno de los protagonistas, en El lago de los sueños adquirió un tinte más marcado con la historia del fantasma de la mansión victoriana, en Crystal cove la magia es el elemento primordial y el eje de la historia.

Y no es que eso no me guste.

Lo cierto es que me encantan las novelas sobre magia, hechizos y maldiciones, pero no he podido pensar -y en más de una ocasión- ¿cómo ha acabado Friday Harbor convirtiéndose en un lugar mágico (en el sentido literal de la palabra)?



La historia de Justine y Jason, con o sin magia, me parece muy bonita. Son dos personas sobre las que, a su manera, pesa un hechizo. Justine porque fue hechizada al nacer; Jason porque no tiene alma. Es decir que cada uno por una causa (mágica) son incapaces de enamorarse y al leer la novela, esperaba encontrar una historia conmovedora en la que eres testigo de cómo descubren el amor. Pero sin otra magia que la de los sentimientos.

Para mi desilusión, esta historia y esa evolución se basa en la magia.
Los hechizos marcan cada fase, cada cambio de su relación. Y no es que sea de mente cerrada, sino que aun con un componente mágico creo que los sentimientos deben brotar del corazón, no ser consecuencia de un hechizo. Y, a menudo, mientras leía la novela pensaba que Justine y Jason no “controlaban” -si se puede utilizar esta palabra- sus emociones, sino que dependían del aquelarre de brujas, del libro de hechizos y de la magia. Es decir que no nacían ni cambiaban de un modo natural, sino mágico.



Es una historia que, en mi opinión, insisto, se basa demasiado en la magia. Y creo, honestamente, que sin ella habría dado pie a una historia igual de bonita o más porque, repito, creo que lo es. Pero demasiado mágica. Sin tanto hechizo, si simplemente nos cuenta la historia de una mujer que fue criada en la magia, aunque no la practique, y de un hombre sin alma -ya sea literalmente como es el caso- que, juntos, descubren el amor, algo que les era esquivo, pero sin que medien los hechizos de por medio (o al menos no con tanta frecuencia), creo que la novela me habría gustado muchísimo más. Creo que sería más realista, más conmovedora.



Otra de las cosas que ya noté en falta en El lago de los sueños y que se mantiene en Crystal cove es que los personajes secundarios no aparecen apenas. Yo particularmente los noto en falta porque creo que los lazos que tienen entre ellos son muy relevantes en la manera que son cada uno y porque había marcado el curso de las primeras novelas. Si la saga comenzó como la historia de tres hermanos, a los que se van uniendo amigos y vecinos de Friday Harbor, me siento un poco decepcionada ante esta transición a novelas mágicas sin mucho nexo unas con otras.



A pesar de todo lo que he comentado, insisto en que no me parece una mala novela. Es bonita, a su manera, pero no es la novela que esperaba. 

Por último ya -y ahora sí- destacar que las escenas de sexo son, como es habitual en esta autora, descritas con mucha sensualidad y elegancia. Sé que hay una escena muy comentada que describe un ritual japonés de dominancia y sumisión. A mí me parecido una escena muy elegante, muy sensual. Lisa Kleypas las escribe con exquisitez. También debo decir que no he leído ninguna de las trilogías eróticas del momento, así que dudo si es también algo “moderno”. Yo no lo he visto así, pero...

Pese a todo lo que he dicho hasta aquí, voy a leer la siguiente novela de Friday Harbor, que también parece girar alrededor de la magia. Y lo haré porque creo que podría gustarme (me he leído un extracto) no por adoración a una autora ni nada por el estilo. La leeré y luego diré lo que opino como con ésta.


Y ya que estamos ante una novela con hechizos y deseos, voy a pedir el mío por si se cumple: desearía, de todo corazón, que Lisa Kleypas continuara escribiendo novelas románticas contemporáneas pero sin magia. Sigo esperando con ansias la historia de Joe Travis.